Durante el día de ayer, cierto sector de las redes sociales estuvo algo revolucionado con motivo de la imagen que tenéis sobre estas líneas: una postal incluida en el último DVD/BD del anime de Kobayashi-san chi no maid dragon que se pondrá a la venta el 20 de septiembre y en la que Kyoto Animation, productora de la adaptación, decidió casar a las dos protagonistas. Maravilloso, espectacular, me emocioné al verlo… hasta que reparé en el atuendo de Kobayashi: un esmoquin de hombre.
Vamos por partes.
Aunque esta ilustración se hizo pública ayer, me gustaría comenzar aclarando que no es una representación aislada. Si tenéis aunque sea un mínimo de interés en el mundillo fandom seguro que recordaréis fanarts o fanfics de mujeres casándose con la típica prenda masculina. Y es más, son las propias productoras y estudios los que ya han jugado a esto del yuri bait casando en dibujos a sus personajes con marcados roles de hombre-mujer. Es decir, la excusa de este artículo es la ilustración de Kobayashi-san chi no maid dragon, pero no es su razón de ser.
En koi-nya hemos mencionado muchas veces la importancia de saber diferenciar estas representaciones tóxicas de las que realmente están mostrando la realidad del colectivo LGBT+, y esta tendencia de dibujar mujeres con esmoquin, por el simple ánimo de generar fanservice, pertenece al primer grupo.
Ahora bien, en el debate concreto de Kobayashi-san chi no maid dragon se dijo que Kobayashi, por su personalidad y su manera de vestir, realmente elegiría esta prenda, y estoy de acuerdo. A lo largo de la serie vemos que Kobayashi no posee una feminidad que podríamos calificar de “clásica” (aunque el término correcto es “machista”), existe un claro contraste en este sentido ente Kobayashi y Toru, incluso a pesar de que esta última es un puñetero dragón. Y personalmente, creo que personajes como Kobayashi, que no encajan en la típica construcción femenina del anime sexualizada, son muy importantes para definir a la mujer de una manera plural.
No obstante, y a pesar de que Kobayashi posee unas características dignas de celebración, insisto, su razón de ser no transpira esta intención de representar a cierto tipo de mujeres, tan femeninas como cualquiera. Su personalidad y manera de ser existen en la serie para crear un contraste con Toru y fomentar el mensaje del anime: entre todas, conforman una familia. Pero a pesar de que estaríamos ante una relación lésbica, esta familia no puede ser más heteronormativa, pues mientras Toru (de turgentes pechos, dulce voz y gestos clásicamente femeninos) cocina y cuida de la casa, Kobayashi marcha a la oficina en pantalón para trabajar y pagar los gastos de su “esposa e hija”. En definitiva, Kobayashi-san chi no maid dragon no pretende mostrar la realidad de un colectivo (de hecho, Kobayashi ni siente atracción romántica por Toru), sino parodiar la idea de familia utilizando roles clásicos de hombre-mujer.
En resumen, ¿Kobayashi se casaría en esmoquin? Puede ser, pero lo haría porque está construida en base a un rol masculino dentro del contexto de su historia y no porque represente un estilo de feminidad. Y esta sutil diferencia me lleva a aclarar un detalle que podría malinterpretarse en mis palabras.
Toda esta retahíla podría verse como una censura generalizada de las mujeres que deciden contraer matrimonio en esmoquin, una negación del movimiento butch y un enaltecimiento de que las mujeres “deben vestir como mujeres”. Evidentemente, una relación, sea del carácter que sea, posee innumerables matices y cada uno es libre de elegir cómo expresarse a través de la ropa, o incluso de decidir que prefiere no expresarse en absoluto. Por ello, y aunque pedir esto en un artículo de Internet roza lo ingenuo, rogaría que no se malinterpretaran mis palabras: no censuro las decisiones estéticas de ninguna mujer, estoy criticando las ideas heteronormativas en ciertos mensajes de este género audiovisual. Pues un personaje no toma la decisión de asistir a su boda en esmoquin o traje de novia, sino que es puesto en una situación ficticia para transmitir una ideología o mensaje específicos, sea de forma intencionada o no.
De hecho, podría criticar todo lo contrario si echamos la vista atrás y recordamos el episodio número 5 de la segunda temporada del Love Live!, en el que las school idols deben hacer una actuación en un evento de moda y Rin no se siente lo bastante femenina. En este episodio y a través de la canción del mismo, “Love wing bell”, se crea un himno en base a la idea de que las mujeres sólo pueden sentirse realmente mujeres vistiendo faldas y trajes de novia con muchos volantes. ¿No hubiera sido más plural demostrarle a Rin que es tan femenina como sus amigas a pesar de no encajar en las imposiciones de la sociedad? Por supuesto, pero ese mensaje no interesa en el gran grueso cisgénero de este tipo de proyectos.
En definitiva, apoyemos que las mujeres quieran vestir de esmoquin, que los hombres quieran hacerlo con vestidos de novia y que se realicen proyectos audiovisuales donde se muestre esta realidad para que sea visible, pero ya basta de crear y fomentar mensajes que sólo alimentan las ansias de fanservice dentro de unos márgenes de comodidad del público heteronormativo.